viernes, 30 de septiembre de 2016

El lado oscuro de Roger Waters



Comienza a latir el corazón. Late, late, late. Una atmósfera cósmica e interestelar inunda el Foro Sol. Ríos de gente siguen entrando al recinto y "Speak to me" los acoge. No hay paso atrás, la psicodelia se apodera en segundos de las 60 mil almas que quisieron ser testigos de las reminiscencias de un banda legendaria de rock and roll, una de las más influyentes en la historia.

Un viaje al espacio pretende ser telón de fondo con tres pantallas expandidas en el escenario y un sonido cuadrafónico impecable. El olor a cannabis conduce a otro viaje en el tiempo, cuando Avandaro gritaba, cuando Woodstock dominaba la escena, cuando los hippies removían consciencias y despertaban fantasmas. Ayer, con celulares y selfies, los fanáticos pinkfloydianos (y los no tanto) disfrutaron del recital sin prejuicios ni etiquetas, desde los niños hasta los septuagenarios nostálgicos.

"One of these days" llevó a los más añejos a contornearse como si fuesen epilépiticos, vomitando sus propios "monstruos" y sacudiendo cabezas a la headbanging.


Relojes rodantes anunciaron los primeros acordes de "Time", un momento apoteósico para los filósofos del ahora. "The great gig in the sky" abrió paso a un par de mujeres coristas con una imagen astronómica, quienes hacían juego con las decenas de estrellas que se plasmaron en las pantallas, creando así un universo alterno a la urbe capitalina.

"Money" secundó, y entonces sí cada músico mostró de qué eran capaces: un sax álgido y resonante con altibajos; guitarras hilarantes y estrepitosas, por momentos "mochas" que hacían extrañar a David Gilmour; una batería impecable con un sonido retocado; coros fondeando cada nota que Waters lanzaba con su bajo, siempre en tempo y por momentos dominante.

"Us and them" rompió cuerdas bucales y provocó voces afónicas. El Dark Side of the Moon se ocultaba, pero el lado oscuro de Roger Waters despertaba,

"Señor presidente, más de 28 mil hombres, mujeres, niños y niñas han desaparecido, muchos de ellos durante su mandato desde 2012 ¿Dónde están? ¿Qué les paso?”, fustigó.

La mayoría de los presentes vitoreaban al cantante y lanzaban rechiflas contra Enrique Peña Nieto.
"Uno, dos, tres, cuarto...cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres... ¡justicia!", reclamó la multitud en referencia a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. "Renuncia ya", "Nos faltan 43" y "Fue el Estado", se leía en las pantallas.

Waters removió conciencias, incomodó a algunos, pero dejó una huella imborrable en el colectivo social que solo esperaba un concierto de rock convencional y amigable.


"Have a Cigar" y "Welcome to Machine" se entonaron a manera de serenata elitista, dedicada a los más puristas y férreos amantes del rock progresivo y la música experimental sesentera. Unas joyas, pa' pronto.

"Shine on you crazy diamond" y "Wish you were here" puso meloso al respetable, quien se desgarraba en cada estrofa y movía los brazos de lado a lado. Algunos ojos cristalizados y lágrimas recorriendo las mejillas añorando a quien no estaba en ese momento a su lado.

Cuatro columnas emergieron del escenario dando pie así a una réplica de la Central Eléctrica de Battersea, próxima a demolerse en el Reino Unido. "Algie", el cerdo volador, no se hizo esperar y despertó la sonrisas de muchos quienes mantuvieron su mirada al cielo por largos minutos. Era tiempo de Animals, el álbum de culto.

"Pigs on the Wind", "Dogs" y "Pigs" saciaron los oídos de los más fans más acérrimos, pues ni en sus sueños más guajiros esperaban un recital tan longevo y exclusivo, mientras que el resto de los presentes esperaba y desesperaba para que "el muro" se levantara.

Como entretelón, Waters preparó un antihomenaje para el candidato republicano en Estados Unidos, Donald Trump, quien fue plasmado en imágenes con formas ridículas y afeminadas. "Trump, eres un pendejo", se podía apreciar en las pantallas, al tiempo que el recinto de la Mixihuca despotricaba contra el magnate y aplaudía cada uno de los embates.

Finalmente The Wall apareció. "The happiest days of our lives", "Another brick in the wall", "Mother" y "Run like hell" cimbraron el Autódromo Hermanos Rodríguez. La muchedumbre cantaba al unísono las canciones que encumbraron al cuarteto londinense.
"¡Hey, teacher, leave them kids alone!" exigían todos, como si cada persona sorteara sus propios miedos.

Al escuchar los primeros acordes de "Brain Damage", los asistentes sabían que el final se acercaba. "Eclipse" parecía cerrar el ciclo lunar de Waters; sin embargo, regaló a sus seguidores mexicanos tres piezas más: "Vera", "Brings the boys back home" y la tan esperada "Comfortably Numb", un broche de oro que encuadró una presentación excelsa y completa que dejará en México una experiencia memorable.


Fotos: Notimex, Sopitas, Twitter, Cuartoscuro.

sábado, 5 de marzo de 2016

Se despide "la Dama de Hierro" de tierra azteca (crónica)




ALBERTO AYALA

Veintiún horas en punto. El “Domo de Cobre” se ensombrece anunciando la presencia de su Dama de Hierro. Comienzan a sonar los primeros acordes de If eternity should fail y las 20 mil almas presentes claman por cinco ancestros que ensordecerán el recinto de la Mixuca, teniendo como escenario la recreación  de una selva maya y un calendario azteca en tributo al respetable.

El multifacético Bruce Dickinson hace estallar sus agudos con Speed of light y Children of the Dammed, retorciendo sus cuerdas vocales; el headbanging y los coros humanos detonan en cada estrofa, imponiéndose así el primer momento cumbre de la noche. “Hola, es maravilloso estar con ustedes, gracias por venir”, expresó el también piloto aviador.

Momentos impasibles recorrieron el Palacio de los Rebotes, que inexorablemente jugó su malvado papel: disonancia musical, estruendo, dispersión del sonido y un constante vaivén de notas malogradas por el eco resonante, propio de la pésima acústica del lugar. Tears of a clown y The red and the black sufrieron las peores consecuencias, pues no pudieron ser coreados por un público que en realidad esperaba escuchar los grandes clásicos de la banda.

Un segundo momento de éxtasis llegó: Dickinson aparece con una máscara del legendario luchador Blue Demon, justo al entonar Powerslave y recorrer cada parte de la escenografía prehispánica, entregándose por completo a la cultura milenaria que nos arraiga.

Flamas por doquier, Chichén Iztá como telón de fondo y la mascota Eddie se hace presente con sus tres metros de altura, portando un taparrabos y un mazo, mismo que es lanzado al público justo en los últimos acordes de The Book of Souls.

Impredeciblemente, a media velada, el clímax tomó significado. Hellowed be thy name rompió cualquier silencio reprimido; el choque de campanas anunciaban el subsecuente slam y el derrocamiento de energía por parte de los fans, provocando por momentos un mosh pit incontrolable, que a su vez motivó la salida en manos de algunos metaleros por sofocamiento.

Sin tregua, Iron Maiden calibró los primeros riffs de un emblema: The Trooper. Bruce desquició a la multitud vestido de rojo y ondeando la bandera del Reino Unido, representando la ya afamada portada del disco homónimo.

Steve Harris, líder indiscutible de la banda, acompañó en todo momento el despliegue musical de sus compañeros. Fear of the Dark no fue la excepción. Los cánticos humanos hicieron vibrar “la esfera metálica” de Iztacalco, poniéndole la piel de gallina a más de uno; el piso se cimbró, la  mallas de seguridad rechinaron, los vasos de “cerveza” volaron por los aires y ese miedo a la obscuridad desapareció por completo.

Instantes después, Luzbel encarnó en un demonio inflable justo detrás del escenario. Sin más preámbulos, “El número  de la Bestia” ensordeció el aposento en cada “Six… six, six…”, lo cual provocó la euforia de “true metals”, chavo-rukos, padres de familia, jóvenes y hasta menores de edad, quienes al termino del infernal tema, cantaban al unísono: “¡Oleeeeé, oleé, oleé! ¡Maideeen, Maideeen!”

Tras el foco rojo, el heavy metal dejó de escucharse tan “heavy” y  se tornó más bien “light”. Después de algunas canciones interpretadas sin pena ni gloria, los sexagenarios se concentraron en tocar temas poco o nada conocidos por la mayoría. Sin embargo, los londinenses se despidieron de México con dos clásicos: Blood Brothers y Wasted years. Empero, la exigencia es fuerte: muchos articulamos la ya chocante pero muy válida frase de “faltaron rolas…”



(Fotos: Notimex)