Comienza a latir el corazón. Late, late, late. Una atmósfera cósmica e interestelar inunda el Foro Sol. Ríos de gente siguen entrando al recinto y "Speak to me" los acoge. No hay paso atrás, la psicodelia se apodera en segundos de las 60 mil almas que quisieron ser testigos de las reminiscencias de un banda legendaria de rock and roll, una de las más influyentes en la historia.
Un viaje al espacio pretende ser telón de fondo con tres pantallas expandidas en el escenario y un sonido cuadrafónico impecable. El olor a cannabis conduce a otro viaje en el tiempo, cuando Avandaro gritaba, cuando Woodstock dominaba la escena, cuando los hippies removían consciencias y despertaban fantasmas. Ayer, con celulares y selfies, los fanáticos pinkfloydianos (y los no tanto) disfrutaron del recital sin prejuicios ni etiquetas, desde los niños hasta los septuagenarios nostálgicos.
"One of these days" llevó a los más añejos a contornearse como si fuesen epilépiticos, vomitando sus propios "monstruos" y sacudiendo cabezas a la headbanging.
Relojes rodantes anunciaron los primeros acordes de "Time", un momento apoteósico para los filósofos del ahora. "The great gig in the sky" abrió paso a un par de mujeres coristas con una imagen astronómica, quienes hacían juego con las decenas de estrellas que se plasmaron en las pantallas, creando así un universo alterno a la urbe capitalina.
"Money" secundó, y entonces sí cada músico mostró de qué eran capaces: un sax álgido y resonante con altibajos; guitarras hilarantes y estrepitosas, por momentos "mochas" que hacían extrañar a David Gilmour; una batería impecable con un sonido retocado; coros fondeando cada nota que Waters lanzaba con su bajo, siempre en tempo y por momentos dominante.
"Us and them" rompió cuerdas bucales y provocó voces afónicas. El Dark Side of the Moon se ocultaba, pero el lado oscuro de Roger Waters despertaba,
"Señor presidente, más de 28 mil hombres, mujeres, niños y niñas han desaparecido, muchos de ellos durante su mandato desde 2012 ¿Dónde están? ¿Qué les paso?”, fustigó.
La mayoría de los presentes vitoreaban al cantante y lanzaban rechiflas contra Enrique Peña Nieto.
"Uno, dos, tres, cuarto...cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres... ¡justicia!", reclamó la multitud en referencia a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. "Renuncia ya", "Nos faltan 43" y "Fue el Estado", se leía en las pantallas.
Waters removió conciencias, incomodó a algunos, pero dejó una huella imborrable en el colectivo social que solo esperaba un concierto de rock convencional y amigable.
"Have a Cigar" y "Welcome to Machine" se entonaron a manera de serenata elitista, dedicada a los más puristas y férreos amantes del rock progresivo y la música experimental sesentera. Unas joyas, pa' pronto.
"Shine on you crazy diamond" y "Wish you were here" puso meloso al respetable, quien se desgarraba en cada estrofa y movía los brazos de lado a lado. Algunos ojos cristalizados y lágrimas recorriendo las mejillas añorando a quien no estaba en ese momento a su lado.
Cuatro columnas emergieron del escenario dando pie así a una réplica de la Central Eléctrica de Battersea, próxima a demolerse en el Reino Unido. "Algie", el cerdo volador, no se hizo esperar y despertó la sonrisas de muchos quienes mantuvieron su mirada al cielo por largos minutos. Era tiempo de Animals, el álbum de culto.
"Pigs on the Wind", "Dogs" y "Pigs" saciaron los oídos de los más fans más acérrimos, pues ni en sus sueños más guajiros esperaban un recital tan longevo y exclusivo, mientras que el resto de los presentes esperaba y desesperaba para que "el muro" se levantara.
Como entretelón, Waters preparó un antihomenaje para el candidato republicano en Estados Unidos, Donald Trump, quien fue plasmado en imágenes con formas ridículas y afeminadas. "Trump, eres un pendejo", se podía apreciar en las pantallas, al tiempo que el recinto de la Mixihuca despotricaba contra el magnate y aplaudía cada uno de los embates.
Finalmente The Wall apareció. "The happiest days of our lives", "Another brick in the wall", "Mother" y "Run like hell" cimbraron el Autódromo Hermanos Rodríguez. La muchedumbre cantaba al unísono las canciones que encumbraron al cuarteto londinense.
"¡Hey, teacher, leave them kids alone!" exigían todos, como si cada persona sorteara sus propios miedos.
Al escuchar los primeros acordes de "Brain Damage", los asistentes sabían que el final se acercaba. "Eclipse" parecía cerrar el ciclo lunar de Waters; sin embargo, regaló a sus seguidores mexicanos tres piezas más: "Vera", "Brings the boys back home" y la tan esperada "Comfortably Numb", un broche de oro que encuadró una presentación excelsa y completa que dejará en México una experiencia memorable.
Fotos: Notimex, Sopitas, Twitter, Cuartoscuro.
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